lunes, 29 de junio de 2009

6. Sgt Peppers Lonely Hearts Club Band (The Beatles)



Nunca he sido una persona demasiado aficionada a los cotilleos.
Y tal vez sea por eso por lo que siempre termino enterándome de todo antes que el resto de la gente.
Esto lo digo porque, apenas un par de semanas después de empezar el instituto, ya había descubierto todas esas relaciones que no se pueden ver a simple vista.
La primera en confiarme un secreto, su secreto, fue Delilah. No me lo habría esperado de otra forma, porque saltaba a la vista que se le iban los ojos detrás de Paul. Al parecer, un par de meses antes, al terminar el curso, Delilah había estado saliendo con un... príncipe azul... que le había hecho mucho daño. Y por esa razón, nunca había hablado con Paul de lo que sentía. Prefería dejar fluír las cosas, porque con ser simplemente su amiga ya le bastaba.

Y, por lo menos, lo tenía más fácil que Tiffany. Su problema era algo más... ¿complicado de solucionar?
No era que ella y Francis se llevaran mal, o él no le hiciera caso. Más bien... Bueno, el caso es que él ya tenía novio. Como ella solía decir, tenía el doble de trabajo que Delilah.
Lo que más me gustaba es que ella siempre se lo tomaba de muy buen humor, y aguantaba si parpadear todas las bromas de Delilah, de Paul y, lo reconozco, de vez en cuando alguna mía.

Paul vivía totalmente en la ignoracia de lo que pasaba a su alrededor. No hacía falta más que hablar con él durante unos minutos para desconectar del resto del mundo. Era como la voz de la conciencia del resto del grupo, el que siempre conseguía poner paz en cada uno de los problemas.

Y ahora, siendo sincero, Francis todavía no confiaba en mí del todo. Lo cierto es que nunca habíamos tenido una conversación más profunda que las respuestas de los exámenes de filosofía. Ni tampoco yo me esforzaba demasiado en hablar con él. Teníamos... una relación bastante extraña.

Por aquel entonces, ninguno sabía tanto de mi vida anterior como Kouran, lo cual me dejaba mucho margen para olvidarme un poco de todo sin tener una vocecita impertinente recordándome todo el rato lo que había dejado atrás.

miércoles, 24 de junio de 2009

5. Helena (My Chemical Romance)


He de decir en su favor que por lo menos Kouran fue discreta en esta ocasión.
Esperó hasta que Margot se marchó al entrenamiento de volley para empezar un interrogatorio del que sabía que me iba a ser imposible librarme.
-Así que Helena, ¿no?
Puse los ojos en blanco, sin volverme hacia ella.
-¿Es por eso por lo que echas tanto de menos Santander? – insistió
-Es mi amiga. Claro que la echo de menos.
Kouran se rió, tumbándose boca arriba en el sofá.
-A los amigos siempre se les echa de menos, pero cuando hablas con ellos no se te ilumina la cara de ese modo – filosofó.
Me giré hasta quedar frente a ella, subiendo disimuladamente el volumen de la televisión para que mis padres no nos escucharan desde fuera.
-¿Es tan obvio? – pregunté, dudando.
Kouran sacudió la cabeza.
-Es que a mí se me dan bien estas cosas – explicó - ¿me lo vas a contar?
-En realidad no hay demasiado que contar. Nos conocemos desde hace tanto tiempo que nunca… no me lo había planteado de ese modo…
-Hasta que fue demasiado tarde – completó ella
Cerré los ojos con fuerza. Hablar de eso por primera vez era como una … liberación. Como un primer paso para admitir algo que, de todos modos, ya sabía que existía.
-Hay cosas que si no las ves venir, no eres consciente de ellas – le dije- Helena era una constante en mi vida, algo que se suponía que siempre iba a estar allí. Nunca me planteé no verla durante tanto tiempo, o tener que limitarme a escucharla hablar desde el otro lado del teléfono. Una parte de mí sabía que no tenía más que cruzar la calle para encontrarme con ella y eso era lo que me impedía pensar las cosas con claridad. Aunque… hacía un par de meses que las cosas no estaban igual entre nosotros.
Kouran dio media vuelta, tumbándose boca abajo.
-¿Por qué?
Me encogí de hombros
-Crecimos, supongo
Era extraño. Precisamente los últimos meses habían sido en los que habíamos desaprovechado, o al menos en mi opinión. Era como si estuviéramos intentando acostumbrarnos a estar el uno sin el otro sin que la separación fuera demasiado dolorosa. Ella siempre tenía una sonrisa en la cara, un poco más tensa a medida que se acercaba el verano, y esa era la imagen que guardaba de ella.
La que se había quedado en ese abrazo de despedida. La Helena que jugaba al baloncesto en las pistas de detrás de nuestra casa mientras llovía a cántaros. La que cantaba cada vez que escuchaba una canción. La que sonreía de verdad y como antes y que ahora solo era eso, un recuerdo en algún rincón de mi mente.

viernes, 19 de junio de 2009

4. Shine On (The Kooks)



He de decir, ya que hablamos de Kouran, que no conseguí guardar el secreto mucho tiempo.
Un par de días más tarde estábamos los tres en el salón viendo una de esas películas que echan por las tardes en la televisión pública. Justo en el único momento de tensión de la trama, empezó a sonar "Estrella polar" en el móvil de Margot.
Mi hermana salió corriendo del salón y, en el momento en el que descolgó y estuvo en el pasillo, se escuchó un chillido.
Kouran frunció el ceño.
-¿Sabes quién es? - preguntó.
¿Si lo sabía? Sólo había una persona con la que Margot montaba tanto escándalo.
Pero estaba intentando borrar cualquier rastro de su presencia de mi mente, dejarlo todo atrás.
Así que no respondí.
Seguimos viendo la tele unos mintos, hasta que mi hermana entró de nuevo en la habitación y me pasó el teléfono.
Lo cogí sin decir nada y salí al pasillo, deseando que me hubiera equivocado y fuera nuestra abuela, o algo así. Pero era muy difícil equivocarse en esas ocasiones.
-¿Sí?
-Hola, rockstar - saludó Helena - ¿Cómo te tratan los ingleses?
Sonreí, mientras me sentaba en la encimera de la cocina.
- Bastante bien - respondí.
-¿Y las inglesas?
Tardé un par de segundos en responder.
-Las inglesas dan bastante miedo - bromeé.
Escuché su risa al otro extremo de la línea. Tan lejos...
-Ahora en serio, ¿en el colegio y todo eso bien, no? - preguntó, poniéndose seria.
-Dentro de lo que cabe... Todavía sigo intentando traducir los apuntes de la última clase de biología. Lo bueno es que tenemos español como optativa, así que ya tengo un 10 asegurado.
-Y eso que tú eras el que sabía inglés - me reprochó - Llego a ser yo y me tienen que poner en la clase de preescolar, a aprender a hablar de nuevo.
-En cuanto te acostumbras vas empezando a entender lo que te dicen...
No era una conversación demasiado profunda, una de esas que sólo se pueden tener con una persona cuando están cara a cara. Es complicado decir ciertas cosas por teléfono.
Como, por ejemplo, te echo de menos.
-Tengo que dejaros ya - dijo Helena tres cuartos de hora después. - Despídeme otra vez de tu hermana, ¿vale?
- Lo haré.
-Y portaos bien, ¿vale?

martes, 16 de junio de 2009

3. Welcome to the jungle (Guns and Roses)



La único que me gustó de primeras de tener que mudarnos fue el cambio de casa.
En Santader vivíamos en un piso en el centro de la ciudad; con tres dormitorios, un baño y un salón. Ahora, gracias a la empresa de mi padre, habíamos conseguido comprar un pequeño chalet en una urbanización de las afueras, de dos pisos, que tenía casi el doble de espacio que nuestra antigua casa. Además de la piscina en el centro de la urbanización.
En mi habitación todavía se amontonaban cajas de ropa sin deshacer, posters enrollados encima de la cama esperando que los pegara en las paredes y discos de música desperdigados por todo el cuarto. Tiré la mochila encima de todo el desastre de camisetas, libros y cuadernos en el que se había convertido mi mesa y bajé al salón con aire distraído.
Antes de que me pudiera sentar en el sofá, llamaron a la puerta.

Puse los ojos en blanco y fui a abrir, cogiendo ya el mando de la televisión para no perder tiempo. Sabía de sobra a quién me iba a encontrar en la puerta.
Una chica alta, de rasgos orientales, con el pelo castaño claro salpicado de mechas rojas.
-Te traigo tu CD - sonrió Kouran, ladeando la cabeza.
Kouran vivía en el chalet de enfrente, y había sido la primera persona a la que conocimos al llegar a Manchester. Tenía la misma edad que mi hermana, y las dos eran tal para cual. Y, además, tenía un gusto musical envidiable.
-¿Te gustó? - pregunté, mientras lo cogía.
Asintió.
- Voy a registrar tu mp3 más a menudo - me amenazó. - ¿Qué tal el primer día?
Le invité a pasar, mientras le comentaba el encuentro con Delilah y los demás. Frunció el ceño.
-Vaya suerte que tienes... - comentó.
-Eso dices tú - repliqué.
-Piénsatelo bien... ¡Es el destino! Has encontrado un grupo de rock en el primer día de clase. Las cosas no podían empezar mejor.
me callé un momento.
-Podrían -dije, sin dar más detalles.
Pero ella lo entendió de sobra. Se dejó caer en una de las sillas de la cocina con ademán cansado.
-¿Has dejado a alguien importante en España del que no me hayas hablado?- preguntó.
-Eso es información confidencial.
-¡Adam!
Negué con la cabeza.
-Conoces demasiado a mi hermana como para contártelo sin que sea peligroso - resumí.
Kouran me puso ojos de perrito abandonado, pero no cedí. No era el momento.
No aún.

viernes, 12 de junio de 2009

2. Hey there, Delilah (Plain White T's)


Hay momentos en los que la casualidad llama a tu puerta. Y, en ocasiones, lo hace en forma de Fender... Vale, en escasas ocasiones.
Pero lo que realmente importa es que mi nueva vida empezaba más o menos bien. Cosas de la vida, había encontrado una clase en la que, además de pijas y macarras, había personas de verdad. Personas con las que se podía tener una conversación más profunda que la ropa que ibas a llevar al día siguiente.
-El instituto no es un problema - comentó Delilah - Siempre y cuando sepas con quien no debes juntarte.
Miré a mi alrededor, desde los pupitres de la última fila. No parecía demasiado difícil de adivinar.
-Yo que tú tendría cuidado con esa - me recomendó Paul, señalando a una chica rubia sentada en la segunda fila.
-¿Quién es? - pregunté
-Una asesina de pobres gatitos desamparados. - explicó Tiffany
Enarqué una ceja, confundido. Tal vez le había entendido mal.
-¿En serio?
-No literalmente, pero sí - aseguró Francis. - Es Alesha
Delilah hizo que se callaran con un gesto de la mano.
-Seguramente intentará que te unas a su grupo, pero no es muy recomendable. Ninguno de ellos puede asegurar que son realmente amigos.
Asentí lentamente.
-Alesha igual a problemas. - resumí.
-Veo que lo has captado. En cuanto al resto... son más o menos inofensivos. Si les dejas en paz te dejan en paz. Está bastante equilibrado.
-Eso depende de como se mire - replicó Francis.- Teniendo en cuenta que sólo somos cuatro...
-Cinco - le corrigió Delilah
Sonreí, agradecido.
Contar con alguien ya en el primer día era más de lo que había esperado. Cuatro veces más, para ser exactos.

lunes, 8 de junio de 2009

1. Too Cool for School (Fountains of Wayne)


Empezar bachillerato o, en caso de Margot, terminar la ESO en un colegio totalmente diferente nunca es fácil. Y si encima está en inconveniente del idioma, más todavía.
Entré en el aula de mi nuevo instituto con la vista fija en el suelo, evitando la mirada de cualquier persona que se fijara en mí. Mirar a los ojos a una persona es como abrirles tu alma, como si pudieran ver como eras en realidad sólo con asomarse a ellos … y no tenía ganas de descubrirme tan pronto a la marea de pijas en la que se había convertido mi nueva clase.
Busqué una silla libre sin mucho ánimo, descolgándome la mochila del hombro, y entonces me fijé en algo apoyado contra la pared del fondo de la clase.
Una guitarra.
Cuando me volví hacia la chica que la sostenía, descubrí que me miraba fijamente, ladeando la cabeza. Aparté la mirada en cuanto mis ojos tropezaron con los de ella, de color oscuro, igual que su pelo cortado a la altura de la mandíbula.
Sonrió.
Se acercó a mí, dando saltitos, dejando bien claro que en esa ocasión no iba a poder pasar desapercibido.
-¡Hola! – exclamó - ¿Eres el nuevo?
Volví a mirarla. Era menuda, casi una cabeza más baja que yo.
Asentí lentamente.
-Soy Adam – me presenté.
-Delilah – respondió ella.
-Bonita guitarra.
Era una Fender Squier Bulet, de color azul oscuro. Ella sonrió, orgullosa.
-Gracias. Veo que entiendes del tema.
Lo cierto era que llevaba caso cinco años tocando la guitarra y, de hecho, en todo ese tiempo sólo había tocado delante de una persona. Supongo que ya os podéis imaginar de quién… Pero no creía que a ella le interesara ese detalle, o al menos por el momento.
-Tengo algo de práctica – dije, encogiéndome de hombros.
Una voz detrás de Delilah terminó con la conversación.
-¿No nos vas a presentar?
No me había fijado en el grupo de personas que estaban junto a ella.
El chico que había hablado era el más alto, con el pelo negro y rizado. Sostenía en las manos un par de baquetas de batería con las que tamborileaba en la mesa en la que estaba sentado.
Junto a él había una chica morena, con gafas de pasta delante de sus ojos castaños. Hablaba a media voz con un chico rubio, que todavía llevaba puestas unas gafas de sol que tenían pinta de ser bastante caras.
Delilah puso los ojos en blanco.
-Ya va… Resumiendo, Adam, estos son Paul, Tiffany y Francis… y viceversa. – nos presentó.
Tiffany y Paul me saludaron con una sonrisa, pero el último chico me miró durante un buen rato antes de hablat.
-Guitarrista – resolvió.
-¿Qué? – pregunté
-Que eres guitarrista. Me apuesto lo que sea.
No respondí. Delilah se me adelantó.
-¿En serio? – exclamó.
Algo me decía que era incapaz de hablar en un tono de voz más bajo.
Me reí.
-Pues…
Antes de que pudiera terminar la frase, me habían pasado la Fender, que sostuve con delicadeza entre mis manos.
No me paré a pensar, los acordes de “Know your enemy” de Green Day resonaron en el aula.

sábado, 6 de junio de 2009

Prologue: Highway to Hell (AC/DC)


Tal vez sea la última persona que crea en el amor a primera vista.
De echo, he tardado casi cuatro años en darme cuenta de que llevo casi todo este tiempo enamorado de la misma chica. Supongo que estaréis pensando que esta es la típica historia de amor, en la que llego al aeropuerto en el momento en que ella se va a marchar de la ciudad y consigo que se quede a mi lado...
Bueno, pues lamento decepcionaros. Porque para empezar, fui yo el que se marchó.
Debería empezar a contaros la historia desde el principio. O, según como se mire, desde el final. Mi madre no podía elegir mejor momento para las malas noticias de la hora de la comida, cuando estábamos los cuatro sentados a la mesa.
Pasó alternativamente la mirada de mi hermana a mi, con esa cara que pone siempre que nos mira. Por un momentó pensé que iba a empezar de nuevo con su perorata de lo poco que nos parecemos. Uno moreno, la otra pelorroja.
-Margot, Adam. - empezó, poniéndose seria- Nos mudamos a Manchester en cuanto acabe el verano.
Margot se atragantó con la comida.
-¿Manchester? - repetí.
Llevábamos toda la vida viviendo en Santander, llendo al mismo colegio, con los mismos amigos y los mismos sitios que visitar. Y ahora nos imponían no solo un cambio de país, si no un cambio de vida.
- A vuestro padre le han trasladado allí - continuó nuestra madre
-Ya veréis como os encanta - añadió nuestro padre.
Mi hermana terminó de toser, mirándome con cara ansiedad.
-Decidme que es coña - suplicó.
Obviamente, no lo era.
Pero no se tomó la noticia ni la mitad de mal que la chica a la que me refería al principio.
Helena. Su mejor amiga y, o al menos eso creía, la mía.
-Decidme que es coña- dijo ella también, palideciendo.
Nos quedaban apenas dos meses de verano, que pasaron tan deprisa que no nos dimos ni cuenta. Hasta que llegó el momento de la despedida. La despedida de los amigos de toda la vida, de la familia que dejábamos atrás y, por consecuencia, de ella.
Helena, su pelo castaño y sus ojos verdes se convertitía en otro recuerdo de una vida pasada que tendría que conformarme con recordar por las noches.
-Bueno, Adam. Acuérdate de mí un poco, ¿vale? - pidió, mientras los altavoces anunciaban nuestro vuelo.
Asentí, sin saber que decir. Margot me dio un codazo.
-¿Ni un abrazo ni nada? - se quejó
Iba a decir algo, pero Helena se adelantó, rodeándome con sus brazos.
-Te voy a echar de menos, idiota... - me dijo, dándome un beso en la mejilla.
-Yo más.
Se quedó allí, despidiéndose con la mano hasta que embarcamos.
Ni persecución, ni declaración. Lo siento.
LLegué a pensar que era el final, empezar de cero, olvidarlo todo... pero una vez más ella me demostró que me equivocaba.