
Hay momentos en los que la casualidad llama a tu puerta. Y, en ocasiones, lo hace en forma de Fender... Vale, en escasas ocasiones.
Pero lo que realmente importa es que mi nueva vida empezaba más o menos bien. Cosas de la vida, había encontrado una clase en la que, además de pijas y macarras, había personas de verdad. Personas con las que se podía tener una conversación más profunda que la ropa que ibas a llevar al día siguiente.
-El instituto no es un problema - comentó Delilah - Siempre y cuando sepas con quien no debes juntarte.
Miré a mi alrededor, desde los pupitres de la última fila. No parecía demasiado difícil de adivinar.
-Yo que tú tendría cuidado con esa - me recomendó Paul, señalando a una chica rubia sentada en la segunda fila.
-¿Quién es? - pregunté
-Una asesina de pobres gatitos desamparados. - explicó Tiffany
Enarqué una ceja, confundido. Tal vez le había entendido mal.
-¿En serio?
-No literalmente, pero sí - aseguró Francis. - Es Alesha
Delilah hizo que se callaran con un gesto de la mano.
-Seguramente intentará que te unas a su grupo, pero no es muy recomendable. Ninguno de ellos puede asegurar que son realmente amigos.
Asentí lentamente.
-Alesha igual a problemas. - resumí.
-Veo que lo has captado. En cuanto al resto... son más o menos inofensivos. Si les dejas en paz te dejan en paz. Está bastante equilibrado.
-Eso depende de como se mire - replicó Francis.- Teniendo en cuenta que sólo somos cuatro...
-Cinco - le corrigió Delilah
Sonreí, agradecido.
Contar con alguien ya en el primer día era más de lo que había esperado. Cuatro veces más, para ser exactos.
Hum... Esa Alesha me da mala espina...
ResponderEliminarY qué suerte tiene el condenado de Adam... El primer día y ya cuatro amigos.
Me encanta la historia. LA manera de contarla la hace especialmente fácil de leer.
Y ya sé que soy una pesada con los comentarios, xD. Lo siento!